30 años ya pasaron del día que un señor llamado J. M. Sanguinetti le puso un punto final a los servicios de pasajeros.
Luego de haber transportado por décadas a millares de pasajeros, el tren se paró durante la primera administración de éste ruin señor.
En esa época, miles de ferroviario recibieron un duro golpe en sus vidas; también, miles de ciudadanos que utilizaban a diario el verdadero transporte del pueblo. En cuanto ranchito había al costado de la vía, el tren paraba para levantar pasajeros.
30 años después pasan los gobiernos, del color que sean, y siempre buscan que el ferrocarril, sobretodo el servicio de pasajeros, este un poquito más deteriorado.
Pero, siempre se encuentran con un gran obstáculo, éstos ferroviarios que con más voluntad que herramientas, logran que ese tren salga normal de la estación para llegar a destino.
30 años después hay hoy peones, señaleros, telegrafistas, mecánicos, operarios, conductores, maquinistas, administrativos, etc, poniendo lo mejor de sí para intentar que corran éstos trenes que hoy tenemos y deseando que sean más.
Hoy hay sangre nueva que no vive de la historia, pero muy presente la tiene, sangre que cuando ingreso al ferrocarril no sabía con que se encontraría como era esto, también hay sangre joven como hijos y nietos de esos ferroviarios antes golpeados, y aún quedan varios ferroviarios de esa época. Nosotros, los que hoy aquí estamos, no nos olvidamos de todos ellos y hacemos nuestro su dolor. Y, como simple homenaje a esas generaciones golpeadas 30 años atrás, les decimos que seguiremos luchando por un mundo mejor, por éste verdadero transporte del pueblo, el tren.
Saludo fraterno a todos los ferroviarios de todas las épocas
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