La obra del FCC empezó mal, con un acuerdo a puertas cerradas, donde se entregó la soberanía nacional, el famosos ROU-UPM.

Eso ocurrió en la administración pasada, casi tres años sin acceso ferroviario al puerto, sin acceso a la refinería, inflando los costos del transporte de combustible y arroz, dejando a pie a miles de pasajeros.

Los trabajadores ferroviarios al seguro de paro en el sector privado y sin perspectiva ninguna en AFE.

Nada importó y a casi nadie le importó, una entrega como la del puerto actual con los belgas, no hubo apoyo desde el movimiento obrero a la Unión Ferroviaria, contadas excepciones de sindicatos hermanos, luchamos solos para retirarnos en forma ordena y no ser barridos como muchos deseaban, desde ministros a senadores y diputados.

La falta de independencia de clase hizo el trabajo fácil, recordamos al actual presidente del frente amplio decir que no era una privatización.

Acá estamos, seguimos dando la pelea y ahora hay otra administración, pero la política de estado de la destrucción de los ferrocarriles públicos parece ser la misma.

Hace unos días fue destruida la casilla Ariel, destruida de un modo infame, a lo rico sin importar los materiales que se pudieran reciclar, chapas, tirantearía de madera noble, puertas, ventanas , escaleras, cielo rasos y ladrillos, todo hecho trizas.

Mientras tantos miles de uruguayos/as no tienen techo, reciclando esos materiales tal vez alguna familia hubiera con esfuerzo levantado su casa, da bronca, no nos oponemos al progreso, obvio que hay cosas que deberan ser modificadas, no queremos un museo. Pero no podemos mirar para el costado en la forma que se destruye los bienes públicos en un país pobre, no puede o debe ser así. 

Claro, reciclar los materiales no es negocio para las grandes empresas constructoras, es más será  casi un atentado, a ellas les gusta destruir, que no dure, para luego muchas veces con fondos públicos seguir engordando.

Y asi fue librada a la destrucción gran parte de las viviendas fuera de uso de AFE, sino fue la obra, fue el saqueo a prepo, el incendio, la ruina.

La oficina de inmuebles de AFE, desmantelada, sin presupuesto, pese al esfuerzo de nuestros compañeros.

Obvio que muchos materiales saqueados son luego vendidos, pero por los que a prepo se los llevan y no por los que más necesitan, termina adornando estancias o barbacoas si es algo con valor o esta de moda, o en feriaso y depositos.

El infame final de lo que le compramos a los ingleses pagado dos o tres veces su valor, en la época de las vacas gordas.

Después se rasgan las vestiduras cuando lo público es vandalizado o saqueado, tendrían que darse cuenta que habría que predicar con el ejemplo y las administraciones de AFE, MTOP, los parlamentos y distintas autoridades han sido complices de la destrcución para satisfacer al capital extranjero e inoperantes para salvar lo salvable.

Y así paso a la historia una casilla más, llena de anécdotas y trabajo, y la entrega y saqueo continua, no hubo cambios es una política de estado.

Cuando el polvo de la destrucción aún flotaba en el aire, me pareció verlo al Guacho Tejera, como una imagen fugaz, desde la ventana y con su cara afable, pese a la amarguras de la vida, nos regaló una sonrisa y un puño cerrado, luego sopló el viento y ya no quedaba nada, pero acá estamos nosotros, como una abrojo prendido o un manca perro, esperando organizados y organizando, a que algún día el ferrocarril sea por fin al servicio del pueblo.

Al final de la nota, se puede apreciar el video del comienzo de la demolición.