Lamentablemente nos toca despedir a un gran compañero del litoral.
Siempre al firme en las buenas y en malas también, dando una mano, con un corazón enorme.
Otro ferroviario que no llega a poder disfrutar un merecido descanso, después de laburar toda una vida.
Cuan injusta puede ser la fortuna aveces, porque la parca se ensaña con los buenos habiendo tantos malos.
Quedara en el recuerdo la anécdota de los tres prestamos, cuando te querían hacer volver al yugo y vos desde el mostrador espetaste “que trabaje el que precise”.
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el placer;
cómo después de acordado
da dolor;
cómo a nuestro parecer
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
Jorge Manrique “Coplas a la muerte de su si padre”