Compartimos fragmento de carta del compañero Rodolfo Pérez Masares de FFOSE en el marco de la presentación del libro con la historia de la organización hermana, porque la historia de un sindicato, es eso, la historia de sus hombres y mujeres que la forjaron,solo construyendo nuestro pasado, podremos forjar un mejor futuro, arriba los que luchan!!:
«….Tratando de recordar junto a viejos militantes sindicales, lo que fueron aquellas décadas donde los obreros defendimos nuestra soberanía nacional frente a las arremetidas neoliberales y antiestatales de los gobiernos del dr «nunca perdi una huelga sanguineti», surge entre tantos, un recuerdo que quiero compartir, porque tal vez, por no escribir y relatar ciertos acontecimientos, parecería que no sucedieron.
Soy un funcionario de ose de más de 40 años de sindicalismo.
Tengo una anécdota para compartir.
En el marco de la huelga de hambre que llevaban a cabo los compañeros de UF, las marchas y los encolumnamientos, el famoso vagón con el cartel » BAJO CONTROL OBRERO», que desencadenará la reacción de las fuerzas fascistas más retrógradas de nuestra sociedad y sus representantes políticos, un grupo de compañeros, luego e discutir y planificar los movimientos a seguir, en reunión, por aquellos años en un local ubicado sobre la calle Rio Negro (creo), donde funcionaba la UF, (acepto correcciones dado que hace mucho de ésto), decidimos hacer una «SENTADA EN PLAZA LIBERTAD».
Eramos cientos de compañeros de diferentes sindicatos apoyando la huelga de los obreros de AFE.
Lo cierto es que, las autoridades policiales, tratando de disuadir nuestras intenciones, provocaron la enérgica repuesta de nuestra clase obrera, y ahí nomas a pesar de las amenazas, se llevó adelante la sentada.
Cantando consignas y tal vez hasta un poco inconscientes e inocentes, cientos de preferentemente jóvenes, en un acto de rebeldía y desacato a la autoridad, la llevamos adelante.
La reacción de las fuerzas represivas no tardó.
Cerca de la medianoche, o tal vez un poquito más tarde, se hicieron presentes en el lugar un desproporcionado número de efectivos policiales y grupos de choque, con » chanchitas» y «roperos».
Recuerdo acaloradas discusiones de nuestros dirigentes más experimentados tratando de calmar los ánimos y haciendo valer nuestros derechos a la protesta.
Sin embargo todo fue infructuoso, y el caos se desató.
La violencia de los grupos de choque provocó que hubiesen algunos compañeros muy lastimados.
Los demás, fuimos a la fuerza cargados en los vehículos policiales y trasladados a la Comisaría 3ra, ahí sobre la calle Paysandú.
Nos tomaron los datos, y nos dejaron en varios calabozos.
Recuerdo perfectamente el deplorable estado de aquellos minúsculos lugares.
Húmedos, sin luz, sin piso y mugrientos.
Hacinados, los compañeros más grandes, trataban de contener a los más jóvenes, algunos de los cuáles se sintieron muy mal.
Estábamos asustados, preocupados y sobretodo ignorantes de lo que nos podía suceder.
Recuerdo que un compañero nos decía, «tranquilos tranquilos; seguro nos van a venir a sacar».
Después de varias horas de incertidumbre, un rumor comenzó a correr como reguero de pólvora.
Nos vamos, nos vamos, vinieron los diputados a sacarnos…
Se presentó un milico azul, abrió la celda y nos pidió que de a uno en fila fuésemos saliendo sin decir nada, callados.
La fila era larga. Pero desde allá adelante de la misma se hacía sentir una energía muy positiva, un clamor de vítores.
Al llegar al frente de aquel patio en penumbras, parado saludando a cada compañero que era liberado, abrazándolo, dándole la mano, palméandolo, haciendo mimos con sus manos sobre las cabezas y caras, estaba el compañero Germán Araújo.
Con su timbre de voz inconfundible, alentaba y contenía uno a uno a los que íbamos saliendo.
Traje gris, camisa blanca sin corbata, pelo desprolijo, ojos brillantes, como olvidar aquella imagen.
Fue una noche larga, inolvidable, de rebeldía y lucha obrera……….»