Algunos desde su soberbia acometen contra las ollas sindicales y las tildan de asistencialismo.

Que fácil es,  desde una autoimpuesta cuarentena, dejar al compañero en la mala sin comer porque debemos apuntar a un programa y no a la respuesta concreta.

Esos, son los mismos que han transformado el movimiento popular en furgón de cola de partidos políticos, los que lo han aislado y fragmentado

Están acostumbrados a hacer programas entre cuatro paredes, con las cúpulas, no vaya a ser que un miserable les contagie el coronavirus.

Las ollas sindicales buscan dar una respuesta, pero también tienen un objetivo claro, el de recuperar la iniciativa frente a la arremetida de los poderosos, el de hacer honor a las tradiciones de solidaridad histórica de la clase trabajadora, el de estar en la cancha, en un partido difícil, intentando armar el cuadro, con humildad pero con decisión.

Los que han sido ganados por la inacción, paralizados por la incertidumbre, que se llamen por lo menos a silencio.

Nosotros hemos salido a disputar la subjetividad, no queremos ni que el Ejercito ni el Mides ocupen nuestro histórico lugar.

No solo se da un plato de comida, se da un volante, se realizan barriadas, se construye solidaridad y organización.

No tenemos vergüenza de pelar papas como forma concreta de lucha, porque estamos luchando, siendo solidarios, la olla es hoy una forma de combate.

Gracias al flaco pecho de fierro, sabemos quienes son los que nos critican:

Son los que niegan la mano
Al caído que precisa
de guampa siempre aterrizan
y los comen ¡¡¡los gusanos!!!

Arriba los que luchan!!!!

Arriba las que luchan!!!!